El cuerpo, con nombre oficial C/2023 A3 (Tsuchinshan–ATLAS), está viajando a 65.000 km/h hacia el centro del Sistema Solar.
La Nube de Oort es un lugar que nunca vimos, pero suponemos. A diez millones de millones de kilómetros de nuestro planeta, unos cien millones de millones de asteroides giran lentamente alrededor del Sol, hasta que algo sucede: alguna perturbación gravitatoria, quizás el choque entre dos de ellos, algún desencadenante para que una gran roca se “caiga” hacia el centro del Sistema Solar. Es decir, la atracción de nuestro astro rey lo empiece a mover hacia su encuentro. Un evento de ese tipo sucedió hace muchos, muchos años, y ahora una piedra de unos 10 kilómetros de ancho –no lo podemos saber bien aún– está viajando a 65.000 km/h hacia nosotros. Lo han apodado “el cometa del siglo” y, en breve, lo observaremos con nuestros ojos.
Lo descubrieron en el observatorio de la montaña púrpura, en Nankín, al este de China. Por eso en su nombre técnico dice Tsuchinshan, que es la transcripción del chino mandarín para “montaña púrpura”. Su denominación completa sería C/2023 A3 (Tsuchinshan–ATLAS). La C es fácil, de cometa. El 2023, también, por el año en el que se vio por primera vez. A3 hace referencia al orden de descubrimiento dentro de ese año: A por la primera quincena de enero y 3 por ser el tercer objeto observado en esa quincena. Para ser más exactos, se vio el 9 de enero de 2023 en China. Pero 13 días más tarde, el programa de vigilancia ATLAS (las siglas en inglés para Sistema de Última Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides) con su telescopio ubicado en Sutherland, Sudáfrica, lo “descubrió” sin saber que ya lo habían visto los chinos. Pese a su extenso nombre formal, lo apodaron “el cometa del siglo” porque algunos prometen que será el más brillante del siglo XXI. Pronto veremos qué tanto.
Romina Di Sisto es doctora en astronomía, investigadora del Conicet, especialista en ciencia planetaria y docente de la cátedra de mecánica celeste en la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la Universidad de La Plata. Sabe tanto del tema que hasta bautizaron un asteroide con su nombre. Explica sobre C/2023 A3: “Es un cometa hiperbólico, su excentricidad mayor a 1; es decir que su órbita es abierta, por ende es la primera vez que visita la región planetaria. Y nunca más va a volver”. Cuando aparezca, estaremos viendo una enorme piedra que proviene de diez billones de kilómetros y que se marchará al espacio interestelar para siempre.
“Salió de la Nube de Oort y la inclinación de su órbita es de 139 grados; por lo tanto, es un cometa retrógrado”, continúa Di Sisto. Esa extraña nube, nunca vista pero calculada en base a la trayectoria de miles de asteroides y cometas que suponemos han llegado desde allí, tiene forma esférica y se encuentra mucho más allá de Neptuno. Con respecto al movimiento retrógrado, significa que el cometa va a girar alrededor del Sol en sentido contrario a todos los planetas.
Prosigue Di Sisto: “Pasará por el perihelio el 27 de septiembre a una distancia del Sol de 0,39 unidades astronómicas (UA) y tendrá su máximo acercamiento a la Tierra el 12 de octubre a una distancia de 0,474 UA”. El perihelio es la menor distancia al Sol de un astro y la unidad astronómica es una medida muy práctica para el Sistema Solar. Una UA es la distancia de la Tierra al Sol, que son 149.597.870,7 kilómetros. Entonces, el cometa pasará de la Tierra a menos de la mitad de distancia que separa a esta del Sol.
¿Y cómo lo veremos? Responde Eduardo Fernández Lajus, doctor en astronomía especializado en sistemas binarios eclipsantes, que además se ha pasado muchas noches observando puntos a través de su telescopio desde La Plata.
Las fechas para la observación
“El cometa va a estar en máxima elongación el día 26 de septiembre. Cerca de esa fecha se va a poder observar, muy entre comillas, al amanecer, pero va a estar muy bajo, apenas unos 7 grados sobre el horizonte. Y por esa baja altura, si bien el cometa va a tener una magnitud predicha de 4,6 [es decir, un brillo de una estrella débil], a esa altura por la masa de aire va a estar en magnitud 6 [como las estrellas más tenues]. Va a ser muy debilucho, así que va a ser muy difícil de observar en septiembre”, describe Eduardo. Pero a no desesperar, que luego el cometa seguirá su viaje y nos mostrará otra cara.
Cabe aclarar primero qué es la magnitud. Refiere a una escala para medir el brillo de los objetos celestes. Las estrellas más brillantes tienen cerca de magnitud 0, luego empieza a subir el número y bajar el brillo. Con magnitud 2 serían estrellas de brillo medio; con magnitud 4, de brillo débil, y en teoría la magnitud 6 es lo mínimo que puede ver el ojo humano en un cielo sin ninguna contaminación lumínica ni climática.
“Recién en octubre, va a empezar a ser visible a partir del día 15. Para las 20 horas va a estar apenas a 6 grados sobre el horizonte, con una magnitud de 4,8, pero por la baja altura va a tener una magnitud más débil. Y a partir de ahí va a ir subiendo en el cielo, gradualmente día a día va a estar un poquito más alto, el 31 de octubre, también a las 20, se encontrará a 24 grados de altura, pero con una magnitud alrededor de 8. Es decir, no es un cometa realmente muy favorable para la observación a simple vista. Más que nada es recomendable para prismáticos o telescopios chicos en adelante, si bien hay algunas previsiones de que alcance una magnitud 2”, advierte Fernández Lajus.
¿Puede haber algún cambio que favorezca la observación? “No podemos saber bien qué va a hacer a medida que se acerque al Sol –reconoce el experto–. Pueden pasar muchas cosas, que se fragmente todo, que expulse material, que aumente mucho el brillo por la dispersión del polvo que emite hacia adelante e ilumina la luz de Sol. Todas son especulaciones. ¿Podría ser tan brillante como las estrellas brillantes? Y sí, imposible no es”.
Mientras se analizan todas esas probabilidades, el aclamado como “cometa del siglo” debido a que podría ser el más brillante de estos 24 años, ni se inmuta y sigue avanzando a 18 kilómetros por segundo. De hecho, en lo que al lector le llevó leer esta nota hasta acá, ya recorrió más que el largo de la Argentina.
Su cola de hielo y polvo se seguirá desplegando cada vez más a medida que se acerque al Sol, su cuerpo sufrirá las tensiones de la gravedad solar y su temperatura subirá producto de su radiación: C/2023 A3 (Tsuchinshan–ATLAS) será puesto a prueba al pasar por el centro del Sistema Solar para luego ser expulsado, visitar la Tierra y dirigirse a lo más profundo del espacio interestelar.
¿Cómo sorteará su irrepetible órbita? ¿Será solo un débil cometa pese a las expectativas más optimistas? ¿Se desintegrará bajo el poder del Sol para no llegar nunca a nuestro encuentro? ¿O brillará como ningún otro en este primer cuarto de siglo? Dentro de su núcleo de hielo y roca puede estar la clave, pero solo el tiempo dará la respuesta. Mientras tanto atraviesa el espacio treinta veces más rápido que el avión Concorde, rumbo a su destino final.
(Por Ezequiel Brahim para La Nación)
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