Las aguas más profundas en Sierra Grande, que permiten la llegada de buques de mayor porte, sumado a los beneficios fiscales que ofrecía la provincia, pesaron para que se optara como locación de la obra de US$30.000 millones.
Más allá de que el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, haya calificado de “intempestiva” y “caprichosa” la decisión de YPF de instalar la planta de gas natural licuado (GNL) en Río Negro, lo cierto es que el puerto de Punta Colorada ya sonaba como favorito en la industria energética desde hace varios meses. De hecho, además del proyecto de la planta de licuefacción que lideran YPF y Petronas, se espera que Pan American Energy (PAE) y la noruega Golar también elijan esa locación para amarrar el buque de GNL que llegará al país en 2027.
Hay ciertas cuestiones técnicas que favorecen a la localidad rionegrina de Sierra Grande por sobre Bahía Blanca. En primer lugar, sus aguas profundas permitirán que lleguen al país buques de mayor porte. La Argentina no es un país que quede “de paso” en el comercio mundial y para que las exportaciones sean competitivas, las empresas buscan alquilar barcos de mayor tamaño para abaratar los costos logísticos y ganar competitividad.
Esta razón explica, además, por qué la anterior gestión de YPF, presidida por Pablo González, exvicegobernador de Santa Cruz, escogió en agosto de 2022 a Punta Colorada para construir uno de los puertos de exportación de petróleo más grandes de Sudamérica.
La actual presidencia de YPF continuó con el proyecto y en mayo último anunció que había comenzado la construcción de los primeros 130 kilómetros del oleoducto Vaca Muerta Sur, que conectará el reservorio con Sierra Grande.
La idea de YPF y de la industria en general es crear en Río Negro un hub energético que concentre las exportaciones de crudo y GNL.
Además, señalan los empresarios petroleros, en Bahía Blanca ya hay demasiado tráfico de barcos por el comercio de granos. Sin embargo, a esta ciudad seguirá yendo el petróleo para consumo local, para su procesamiento en las cuatro principales refinerías del país, que están todas situadas en terreno bonaerense.
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“La zona de Sierra Grande aparece como mejor opción por la menor longitud de los gasoductos necesarios para transportar el gas natural desde Vaca Muerta; la existencia de una mayor profundidad marítima que disminuye la necesidad de dragar para lograr el calado para la operación de los buques previstos; la amplia disponibilidad de terrenos y las bajas interferencias con otras actividades sociales y económicas; la posibilidad de contar con una operación portuaria dedicada y la sinergia con el desarrollo de infraestructura local con el proyecto del Oleoducto Vaca Muerta Sur; entre otras”, dijo hoy YPF en un comunicado.
“Asimismo, la provincia de Río Negro ofreció las condiciones regulatorias y fiscales necesarias para el desarrollo del proyecto”, agregó la petrolera con control estatal.
En este sentido, el presidente y CEO de YPF, Horacio Marín, había sido muy claro desde el principio. Sostuvo que la aprobación del régimen de incentivo a grandes inversiones (RIGI) era una condición necesaria para que se llevara a cabo el proyecto. El programa ofrece beneficios impositivos a inversiones de más de US$200 millones, como la baja de la alícuota de Ganancias de 35% a 25% o la recuperación anticipada del pago de IVA.
Si bien su aprobación en el Congreso implica que ya rige en todo el país, YPF y Petronas buscaban un guiño por parte de las provincias. En este sentido, Río Negro no solo fue la primera en adherirse, sino que el gobernador Alberto Weretilneck ofreció la exención del pago de impuestos provinciales, como Ingresos Brutos y Sellos, por 10 años (ley provincial 4618).
El gobierno de Buenos Aires, por su parte, dijo que iba a crear uno propio, el Régimen Provincial de Fomento de Inversiones Estratégicas, luego de que todo el espacio político de Axel Kicillof votara en contra del RIGI en el Congreso.
Weretilneck también dedicó el último tiempo a promover que el proyecto se hiciera en su provincia. Viajó a Buenos Aires y participó del tradicional almuerzo del Club del Petróleo, donde expuso las ventajas de que la planta de GNL se construya en Río Negro, en una extensa presentación.
Si bien el Club del Petróleo también invitó al almuerzo a Kicillof, nunca pudieron coordinar agendas. El gobernador de Buenos Aires no estuvo activo en convencer con explicaciones técnicas acerca de por qué había que instalar la planta de GNL en el puerto de Bahía Blanca. Solo dijo que YPF y Petronas ya habían elegido a la provincia en 2022, lo cual no es cierto, ya que nunca hubo un comunicado o una declaración oficial de las petroleras que lo anunciara.
Por último, el gobierno de Alberto Fernández y de Cristina Kirchner tenía un proyecto de ley que creaba el Régimen de Gas Natural Licuado (GNL), que nunca logró que avanzara en el Congreso. Recién dos meses antes de dejar el gobierno tuvo media sanción en Diputados, y nunca se trató en el Senado, pese a que Unión por la Patria tenía mayoría de legisladores. Los socios de Malasia se impacientaron con la promesa de que iba a ser aprobado y al final nunca vio la luz.
(Por Sofía Diamante para La Nación // Imagen principal: La zona de Sierra Grande aparece como mejor opción por la menor longitud de los gasoductos necesarios para transportar el gas natural desde Vaca Muerta)
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