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San Marino: la historia del Estado más antiguo del mundo

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San Marino: la historia del Estado más antiguo del mundo

La pequeña nación enclavada en el centro-norte de Italia tiene algo más de 33.000 habitantes, entre los cuales mil llegaron desde la Argentina.

ROMA.- Con 61,2 kilómetros cuadrados de superficie -algo más de un tercio que la Ciudad de Buenos Aires- y sin salida al mar, la República de San Marino es el tercer estado más pequeño de Europa después del Principado de Mónaco y el Vaticano. Aunque este microestado, enclavado entre las regiones de Emilia-Romagna y las Marcas, en el centro-norte de Italia, en verdad es famoso por ser el país más antiguo del mundo. El dato desconocido es que en este pequeño país viven hoy muchísimos argentinos: son mil, entre sus apenas 33.000 habitantes. Es decir, representa al 3% de su población.

¿Por qué se cree que es el Estado más antiguo del mundo? Según la leyenda, todo comenzó el 3 de septiembre del año 301 d.C, cuando un picapedrero llegado desde Dalmacia que se llamaba Marino, perseguido por su fe por el emperador Diocleciano y luego proclamado santo, fundó una pequeña comunidad cristiana sobre el Monte Titano, la más alta de las siete colinas sobre las que surge este país. Antes de morir, san Marino pronunció una frase clave: “los dejo libres de los dos hombres”. Esto significaba que dejaba a sus seguidores libres tanto del emperador, soberano del Imperio, como del Papa, líder de la Iglesia. Un hecho considerado el fundamento de la independencia de la comunidad, luego República, como testimonia un documento de un juicio que tuvo lugar en plena Edad Media, en 1296 (casi 1000 años después de la muerte del santo), por falta de pago de impuestos: “No pagan porque nunca han pagado. Su santo los ha dejado libres”.

San Marino

Superficie:
61,2 km²
Población:
33.660 habitantes (2022)
Capital:
Ciudad de San Marino
PBI per cápita:
US$ 54.952 (2021)
Moneda:
Euro
Idioma:
Italiano

En esos tiempos, pese a las luchas y a las amenazas de los obispos limítrofes y de los Malatesta, familia noble de la “signoria” de la cercana ciudad de Rimini, gracias a los condes de Montefeltro y privilegios papales, la república logró mantener su independencia. Es más, durante el Renacimiento, aliada con Pío II y con Federico de Urbino en contra de los Malatesta, la pequeña república logró expandirse y obtener los castillos de Fiorentino, Monte Giardino, Serravalle y Faetano, tal como se llaman aún hoy cinco de sus nueve territorios administrativos.

Independencia en peligro
La independencia del pequeño Estado, sin embargo, estuvo varias veces en peligro. En 1503, César Borgia ocupó la república durante diez meses, hasta la muerte de su padre, el papa Alejandro VI; en 1739, el cardenal Giulio Alberoni intentó anexar el enclave al Estado Pontificio, algo que fracasó gracias a la desobediencia cívica y religiosa, especialmente de las monjas clarisas y a las protestas ante el papa Clemente XII.

El Estado de San Marino fue reconocido por la Francia de Napoleón en 1797 y por otros países europeos en el Congreso de Viena de 1815. Es más, en 1797 Napoleón, en señal de amistad y fraternidad con los ciudadanos de la República, le ofreció a los “sanmarinesi” la posibilidad de extenderse hasta el mar Adriático, que queda a unos diez kilómetros. Pero los locales, con gran visión política, rechazaron la generosa oferta de ampliación territorial “que podría con el tiempo comprometer su libertad”, según escribió en una carta su “regente” del momento, Antonio Onofri.

San Marino se caracteriza por su aspecto medieval

San Marino se caracteriza por su aspecto medievalShutterstock – Shutterstock

En 1849, el general Giuseppe Garibaldi, jefe militar de los revolucionarios que estaban combatiendo para unificar a Italia, se refugió en San Marino con unos 2000 soldados, escapándole a las armadas de Austria y Roma.

La última ocupación fue en 1944, al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando pasaron por San Marino primero tropas alemanas y de la República Social Italiana en retirada y, posteriormente, fuerzas aliadas, que estuvieron allí tres meses. Entonces la pequeña república fue un Estado neutral y aunque tenía una población de apenas 15.000 habitantes, les dio asilo y refugio a unos 100.000 desplazados llegados de la vecina Italia, que estaba siendo bombardeada sin tregua.

Hoy todo es más tranquilo en el Estado de San Marino, que es miembro de la ONU y otros organismos internacionales como el FMI, pero no de la Unión Europea, con quien ha sellado acuerdos que implican, por ejemplo, la utilización del euro. Es una república parlamentaria (con un sistema que se remonta al siglo XI, con un Consejo General de 60 miembros electos cada cinco años) que tiene una relación privilegiada con Italia, con la que no hay aduana, sino diversos tratados que reglamentan la especial relación. Orgulloso de ser el Estado más antiguo del mundo, en las actas oficiales internas los sanmarinenses -que hablan dialecto local e italiano- cuentan los años partir de la fundación de la República: según este calendario, el año comienza el 3 de septiembre -fiesta nacional- y concluye el 2 de septiembre.

El turismo es uno de los principales ingresos de San Marino

El turismo es uno de los principales ingresos de San MarinoShutterstock – Shutterstock

Otra particularidad es que tiene dos capitanes regentes, es decir, dos jefes de Estado, con funciones más bien representativas, que tienen un mandato de apenas seis meses. Por eso San Marino es el país con el mayor número de mujeres jefas de Estado y con el primero declaradamente homosexual.

La capital es la homónima Ciudad de San Marino, delicioso pueblo medieval de 4000 habitantes ubicado en el ya mencionado Monte Titano, cuyo centro histórico, marcado por antiguos muros y torres, fue declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 2008.

Acento argentino
En el país más antiguo del mundo, donde viven algo más de 33.000, lo curioso es también su importante comunidad de argentinos. “Por ser un país tan chico, hay mil argentinos, muchísimos”, aseguró a LA NACION Pablo Giacopetti, presidente de la Asociación de Argentinos de San Marino, que vive en el microestado desde hace 24 años.

A diferencia de muchos otros compatriotas, Giacopetti, nacido en Pergamino hace 48 años, no se fue de la Argentina debido a la terrible crisis del 2001, sino “por aventura”.

Como en el siglo pasado muchos sanmarinenses emigraron a la Argentina, estableciéndose en su mayoría en Pergamino y Córdoba, su mujer, Valeria Ceccoli, tenía el pasaporte sanmarinense gracias a su abuelo. “Así que, anticipándonos a la crisis, decidimos venir a conocer este mundo, pensando en principio en quedarnos cinco años y después volver… Pero al final nos quedamos y ahora tenemos dos hijos de 20 y 18 años que son sanmarinenses; uno, Nicolás, incluso juega en la selección de fútbol”, contó Giacopetti, quien desde hace 23 años trabaja en el depósito de una industria química que fabrica cosméticos como encargado de las expediciones. Su mujer, en tanto, puso en marcha un laboratorio de alfajores y tapas de empanadas, que vende en toda Italia.

Pablo Giacopetti, presidente de la Asociación de Argentinos de San MarinoPablo Giacopetti, presidente de la Asociación de Argentinos de San Marino-Gentileza

Aunque hay algunas industrias, la economía de San Marino -que fue noticia en 2021, en plena pandemia, porque se convirtió en el 31 país del mundo en aceptar la vacuna rusa Sputnik después de sufrir un grave brote- se basa principalmente en el turismo (hospeda más de 3 millones de visitantes por año) y en el sector bancario, aunque también produce y exporta cerámica, textiles, muebles y vino. Fue un paraíso fiscal hasta la crisis financiera de 2008, cuando fue insertado en una “lista negra” y la pequeña república se vio obligada a adaptarse a una política tendiente a garantizar mayor transparencia, con la cancelación del secreto bancario y acuerdos para el intercambio de información en materia fiscal, algo que creó una recesión de la que tardó en salir. En 2009 la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), puso al país en la “lista blanca” de los paraísos fiscales, pero, en enero de 2011, la misma organización advirtió que aún no se había adecuado a los estándares internacionales de intercambio de informaciones.

Más allá de estos problemas, se vive bien en San Marino. “El que dice que vive mal está mintiendo… En 2008 se notó una crisis y que las cosas cambiaron con respecto a principios del 2000, cuando esto era un paraíso, es verdad. Pero para los argentinos no era crisis… Acá los sueldos son buenos, de entre 1900 y 2000 euros netos, y la gran ventaja es que los impuestos, que son pocos, son bajos. Si tenés trabajo acá vivís bien, no sos millonario, pero podés darte tus gustos”, dijo Giacopetti, que está desde hace dos años al frente de la asociación de argentinos local, fundada hace 14 años y donde la gente suele juntarse a comer asados y a escuchar música, entre otras actividades sociales y deportivas.

Un grupo de argentinos en San Marino, durante un asado

Un grupo de argentinos en San Marino, durante un asado-Gentileza

“Es muy chico este país, es un barrio y vas a encontrarte gente hablando en español de tantos argentinos que somos. Seguramente somos el grupo de inmigrantes más grande -hay algunos albaneses y rumanos, pero se cuentan con los dedos de una mano- y, es más, en los últimos seis meses llegaron más argentinos, unas veinte, treinta personas que todavía no pude conocer”, agregó.

Aunque el nivel de vida es bueno en este microestado, tener un pasaporte de San Marino no es lo ideal. “En muchos lugares no lo conocen, tenemos muchos problemas con eso: una vez en España hasta nos bloquearon porque San Marino les parecía que estaba en Colombia”, contó Giacopetti, que precisó que, felizmente, en los últimos años ya no es tan así.

(Por Elisabetta Piqué para La Nación // Imagen principal: Una imagen de San Marino, la república enclavada en el centro-norte de ItaliaShutterstock – Shutterstock)

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