A los 23 años, el número 1 del mundo logró el segundo Grand Slam de su carrera; Roddick, en 2003, sigue siendo el último estadounidense campeón de Flushing Meadows.
Veinte días después de que el mundo del deporte se sacudiera por la noticia de una doble prueba de dopaje positiva (por clostebol, un esteroide anabólico) que polémicamente no desencadenó en una suspensión, el italiano Jannik Sinner, número 1 del ranking, dio una muestra de bravura y templanza al aislarse de los ruidos y conquistó este domingo el US Open, el segundo Grand Slam de su carrera. Sinner dominó los demonios, ganó el desafío mental y, finalmente, frustró, sobre el cemento neoyorquino la ilusión del tenis de una potencia como los Estados Unidos, cuyo último campeón masculino en Flushing Meadows fue hace más de dos décadas (en 2003, Andy Roddick). La victoria ante Taylor Fritz (12°) por 6-3, 6-4 y 7-5, en 2h16m, consolida a Sinner como una figura inalterable que supo aislarse en su burbuja para cumplir con el objetivo. Frío y categórico.
Jannik Sinner venció a Taylor Fritz en la final del US OpenKENA BETANCUR – AFP
El californiano Fritz tenía cinco años cuando Roddick ganó el US Open, frente al español Juan Carlos Ferrero. No sintió el peso de la ausencia de títulos estadounidenses en Grand Slams hasta hace, relativamente, poco tiempo, cuando se erigió como el más destacado de una riquísima joven camada que tiene a Frances Tiafoe, Ben Shelton, Tommy Paul y Sebastian Korda como figuras. “Es el sueño de toda una vida hecho realidad”, confesó Fritz al vencer a Tiafoe en las semifinales en Nueva York y ser el primer estadounidense en alcanzar una final de Grand Slam desde el propio Roddick en Wimbledon 2009. Sin embargo, su esperanza colisionó de frente con un rival muy superior en cada rincón del court. Bajo los ojos de las celebridades más populares de EE.UU. (Taylor Swift, Dustin Hoffman y Jon Bon Jovi, por ejemplo), Sinner (23 años) no se amedrentó ante los brillos y el contexto; desde el inicio, ajustó sus tiros a un nivel abrumador, casi sin cometer errores no forzados.
Taylor Fritz buscaba ser el primer estadounidense campeón del US Open desde 2003Kirsty Wigglesworth – AP
A Fritz se le heló la sangre cuando abrió el partido con su saque y lo perdió. El rápido quiebre de Sinner, cuando no todos estaban ubicados en las butacas del Arthur Ashe, fue un cimbronazo. Es verdad que Fritz, entrenado por Michael Russell (60°, en 2007), reaccionó rompiéndole el servicio al europeo en el cuarto game (2-2), pero el jugador nacido en San Candido (en el norte italiano, en la frontera con Austria) no se intimidó; todo lo contrario. Aceleró, tomó la iniciativa e inutilizó los fortísimos ataques de Fritz basándose en su gran velocidad de piernas y alcance de brazos (mide 1,91m). Guiado por Simone Vagnozzi y el australiano Darren Cahill, Sinner le rompió el saque al norteamericano en el séptimo game (4-3) y lo volvió a hacer en el noveno juego, para cerrar el set (6-3). Casi nada cambió en el segundo set. Es real que Fritz optimizó sus registros en el saque, pero Sinner le generó una única chance de quiebre, la aprovechó y se adueñó del set (6-4).
SARAH STIER – GETTY IMAGES NORTH AMERICA
Después de semejante exhibición de talento y predominio en toda la geometría de la cancha, Sinner comenzó el tercer parcial con menos energía. Abrió el set y llegó a sacar 0-40, pero se escapó del asedio y salvó el puñado de break-points. El público advirtió que el tren se le estaba por ir a Fritz y empezó a alentarlo con euforia. Fritz captó el mensaje, se serenó, corrigió sus impactos y, con el reloj marcando la hora y 49 minutos de juego en el estadio de tenis más grande del mundo (con capacidad para 24.000 espectadores), con el score 3-3, le quebró el saque el europeo y se adelantó 4-3. Se trató del momento de mayor euforia y esperanza para aquellos que deseaban un triunfo de Fritz.
El US Open superó el millón de espectadores por primera vez. Con 1.048.669 aficionados asistiendo durante las tres semanas completas del torneo, registró un aumento del 8% con respecto a 2023. La asistencia durante las dos semanas del cuadro principal alcanzó un nuevo récord de 832.640 personas.
Pero Sinner, un competidor extraordinario, estuvo muy lejos de atemorizarse y sostuvo su estrategia con insensibilidad. En el décimo game le rompió el saque a Fritz por sexta vez en el partido (5-5). Enseguida, el italiano defendió su saque (6-5) y presintió la tensión del otro lado de la red. Se agigantó, asfixió a Fritz, le generó dos match-points y necesitó sólo uno de esos puntos de campeonato para consumar un final cinematográfico (7-5), que lo catapulta como el dominador de un tenis moderno que piensa y compite a la máxima velocidad, sin perder el tiempo ni mirar hacia atrás.
Con un trabajo a conciencia en Italia que recuperó el interés del tenis desde los tiempos románticos (de Nicola Pietrangeli, Adriano Panatta, Corrado Barazzutti y Paolo Bertolucci), Sinner continúa escribiendo una historia dorada. Se unió a Flavia Pennetta (en 2015) como los únicos campeones italianos de singles en la historia de Flushing Meadows. Además, al escalar el Empire State Building del circuito tenístico, se transformó en el primer jugador desde Guillermo Vilas -en 1977- en ganar sus dos primeros Grand Slams en la misma temporada (en enero obtuvo el Abierto de Australia; en aquella temporada, el Poeta logró Roland Garros y el Abierto estadounidense, en Forest Hills).
«Los estadounidenses llevan mucho tiempo queriendo un campeón masculino. Siento que decepcioné a mucha gente»
Taylor Fritz
Sinner anotó seis aces, cometió cinco dobles faltas, logró sólo el 51% de primeros servicios pero ganó el 88% de puntos con ese primer saque, conectó 23 tiros ganadores (contra 29 de Fritz) y 21 errores no forzados (34 del norteamericano). Quien fuera un destacado esquiador juvenil, inscribió su nombre junto al de otros siete N° 1 del mundo que ganaron el US Open, como Jimmy Connors (en 1974, 1976 y 1978), John McEnroe (1981 y 1984), Ivan Lendl (1986 y 1987), Pete Sampras (1996), Roger Federer (2004 y 2007), Novak Djokovic (2011 y 2015) y Rafael Nadal (2010 y 2017). Por décima vez en los últimos quince años, el Abierto estadounidense tuvo un campeón inédito, superando ampliamente a los otros majors en el mismo período. Y, con la victoria de Sinner, el tandilense Juan Martín del Potro sigue siendo el último campeón de un Grand Slam (US Open 2009) que no nació en Europa.
ANGELA WEISS – AFP
“Este título significa muchísimo para mí. El último período de mi carrera no fue nada fácil, pero mi equipo y la gente cercana me ha apoyado siempre. Soy una persona que ama el tenis y hago todo por ganar estos grandes torneos”, describió Sinner, que le dedicó el triunfo a su tía enferma. Recibió un cheque de US$ 3.600.000 y el trofeo se lo entregó una leyenda como Andre Agassi. Dejó el court para subir los escalones, abrazarse con su equipo y besar a su novia, la tenista rusa Anna Kalinskaya (entrenada, en Miami, por la argentina Patricia Tarabini). Con sólo dos sets cedidos en el torneo (en los cuartos de final con Daniil Medvedev y en la primera ronda ante Mackenzie McDonald), Sinner ganó un certamen que seguramente no será recordado por el lucimiento. Llegó a Nueva York tras echar de su grupo a los responsables de que el clostebol ingresara en su cuerpo e insistiendo en su inocencia.
El US Open comenzó con los focos puestos en Sinner. Y se cerró igual. Pero con la diferencia de que ahora el motivo fue sólo deportivo. Sin mostrar euforia, el italiano siente que ganó la batalla.
(Por Sebastián Torok para La Nación // Imagen principal: El N° 1 del mundo, Jannik Sinner, frustró al estadounidense Taylor Fritz y se encumbró como el primer italiano en ganar el US OpenMATTHEW STOCKMAN – GETTY IMAGES NORTH AMERICA)
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